Se ve en el balcón de la plaza de San Jaume proclamando la República catalana, como hicieran en 1931 Maciá y en 1934 Companys. Sueña con esa imagen histórica. Ya no se calmaría con una nueva ley de financiación ni con el llamado federalismo asimétrico. Su ceguera pasional le hace creer que circula por el carril correcto y los demás lo hacen en dirección contraria.
Le han llovido críticas de todo tipo y desde todos sitios, sabe que están aislados pero da igual, el proceso ya es imparable. La razón y la sensatez hace tiempo que abandonaron esas tierras. Se aplican aquella máxima de que “lo que no nos destruye acaba haciéndonos fuertes” como quedará de manifiesto, desgraciadamente, cuando se abran las urnas.
Y ahora ¿qué? , ¿reconocerá que ha perdido el pretendido plebiscito? Y que por tanto no cuenta con la «legitimación» que esperaba obtener para seguir adelante con su planteamiento independentista?
No lo reconocerá y, al contrario que Salmond en Escocia quien sí actuaba dentro de la ley, seguirá insistiendo y tensando la cuerda hasta que alguien le pare los pies o, lo más probable, se fagociten entre ellos…
Ojalá lo de ayer hubiese sido un referendum(cuyo resultado nunca podrá ser vinculante nunca con la actual Constitución).Los resultados lo tendrían callado un tiempo pero no mucho porque el nacionalismo es insaciable y sólo sabe ser víctima.Ahora seguirá con el «proceso» porque cuando la linde se acaba el tonto sigue.Y,en el fondo,considerará que puede negociar con más fuerza.
Toca seguir sufriendo a estos cretinos llenos de cinismo que tampoco tienen enfrente políticos con la talla y la imaginación suficientes.