Por fin logró Sancho el gobierno de su muy deseada ínsula, el gran móvil de su vida. Pero pronto comprendió que eso de gobernar vidas y haciendas no era lo suyo y renunció a la tarea.
Tras el 24M han surgido por doquier- como consecuencia de una equivocada política de pactos- gobernadores de baratarias. Los tenemos en Barcelona, Madrid, Cádiz, Valencia, etc; ninguno de ellos más sensato que el buen Sancho y juntos andan destrozando la imagen de España.
Sólo cabe esperar que alguien nos despierte y diga que ha sido un mal sueño, una travesura de un burlón Cervantes y, sobre todo, que los electores, aunque sigan indignados, afinen su voto guiándose por el sentido común.