Curiosa y singular figura de la política norteamericana que permite al presidente bloquear sectores de la Administración sin límite de tiempo como medida de presión ante el poder legislativo.
Trump la aplica ante la negativa a financiarle su anhelado muro en la frontera mexicana.
Lo normal sería que el Congreso se impusiera al poder ejecutivo y lo obligara a hacer las correcciones pertinentes; pero allí, Trump, enfadado, decreta el cierre del gobierno como quien cierra la tienda por vacaciones y los muchos afectados, resignados, tienen que esperar que se le pase el enfado.
Pese a todos los dislates que acumula este siniestro personaje, los americanos no parecen decididos a construir un muro que lo deje aislado. Por desgracia cada vez se ve más probable su reelección para un segundo mandato.