Este enloquecido tumulto electoral crea un clima político asfixiante y afecta de modo diferente a sus protagonistas.
Un caso destacable me parece el de Albert Rivera. El líder de
CS se está quedando colgado de la brocha sin darse cuenta o sin querer reconocerlo. Ocupa el espacio más impreciso y no se decide por una estrategia de clarificación, de fijación de postura.
Soñó un imposible sorpasso al PP y ahora rehúye cualquier tipo de asociación. Con Pedro Sánchez la relación es impensable pese a saber que sólo complementado al PSOE se lograría la estabilidad de un gobierno de centro izquierda.
Le falta paz interior, experiencia y sabiduría. El elector de CS, tal vez más versátil que otros, no termina de ver claro el sentido de su voto y el 10-N puede pasar una seria factura.