La Constitución cumple cuarenta años y es el mejor ejemplo de algo que empezó poco antes: la voluntad social y política de lograr el mayor grado posible de acuerdo en las medidas que iban jalonando nuestra andadura democrática.
Se hizo ejemplarmente y así fue reconocido dentro y fuera de nuestro país.
Desde entonces hemos vivido el período más dilatado y fértil de nuestra Historia. Últimamente la corriente populista que ha hecho acto de presencia se propone enturbiar aquel recuerdo y “echar el candado al espíritu de la Transición” (¡!) y lo están consiguiendo, han generado un clima irrespirable en el que nuestros nuevos políticos, lejos de buscar el acercamiento o el pacto, se esfuerzan por crear distancias cada vez mayores entre ellos y sus partidos.
Merecemos algo mejor.