Es un cuadro de Juan Genovés que pronto se convirtió en un magnífico símbolo de la transición política. En él aparecen personas que corren, gozosas, para abrazar a otras, como si lo hubiesen estado deseando toda la vida.
Ahora se expone en el Congreso para recordar lo necesitados que andamos de diálogo y acercamiento.
El autor dice que echa de menos la alegría de aquella época. Lleva razón. No hay más que ver el clima que han creado estos personajes que pululan por el panorama nacional. Cuando más falta hacen líderes creíbles y solventes más carecemos de ellos. Ni señor mayor ni señores jóvenes, ni por la izquierda ni por la derecha.
Los añoraremos en plan clásico: “Oh tiempos, oh líderes”.