Para un partido político es fundamental decidir qué espacio quiere ocupar. En la coyuntura actual el “renovado” PSOE de Pedro Sánchez se mueve entre una derecha alineada con lo que el neoliberalismo considera la ortodoxia económica (resumiendo: contención del déficit mediante políticas de ajuste) y una izquierda más radicalizada que nunca, con sectores que compiten en su seno y pretenden contentar a los insatisfechos –que son muchos- haciendo propuestas falaces, imposibles.
El líder socialista habrá de navegar, como Ulises, entre Escila y Caribdis, peligrosos ambos, atento al destino y al rumbo.
El reto es grande, equiparable a la esperanza que muchos tenemos de que lo consiga.