Después de 50 años y 829 muertos-hombres, mujeres y niños-parece que la banda terrorista pone fin a su macabra actividad; aunque sólo hablan de entrega de armas, no de disolución y menos aún de arrepentimiento o petición de perdón.
Haber vivido toda esta trayectoria no deja de ser una experiencia que te marca de modo negativo. La verdad es que había momentos en que uno dudaba que se pudiera asistir al fin de esta locura asesina en la que ya no sabían ni qué reivindicaban con los asesinatos.
Ahora se integrarán plenamente en la sociedad, se incorporarán a la actividad política haciendo causa común con la marca vasca de Podemos y sus presos volverán a cárceles cercanas.
Supongo que es lo mejor pero queda una sensación extraña, agridulce.