Es llamativo el poder de atracción que poseen algunas palabras, el que se les atribuye. Los medios de comunicación y las llamadas redes sociales son el catalizador pero sigue siendo un misterio por qué son esas las seleccionadas.
Un buen ejemplo es la palabra “evento” que se reservaba para sucesos de cierta importancia y/o que ocurrían de modo imprevisto. Un evento era la llegada del hombre a la luna. En cambio ahora cualquier cosa que suceda se convierte en un evento, desde una primera comunión de Mayo hasta el baño de Agosto en la playa; vivimos rodeados de ellos.
Si además sirve para visibilizar y poner en valor el posicionamiento de alguien ya pasa a ser un superevento que eventualmente nos podría afectar.
¡Señor, qué cruz!