Una noticia de esas que cala hondo por insólita, dura y sorprendente.
Ya es grave que una discusión de tráfico se zanje con la muerte a tiros de una persona, pero se agrava más cuando el agresor es un guardia civil y, ya el colmo, iba borracho y drogado a las 7,30 de la mañana.
Hay que seleccionar y controlar escrupulosamente a quienes van a formar parte de los Cuerpos de Seguridad, atender a su perfil psico-social porque serán ellos los que van a tener el monopolio del uso de la fuerza, la legitimidad del Estado en un sistema democrático, como señaló Max Weber.
Naturalmente, estamos ante un caso aislado que no puede empañar la imagen actual de la Institución.