FRONTERAS

 

Las recientes elecciones catalanas han mostrado la clara existencia de fronteras, líneas reales o imaginarias que establecen separaciones; las hay de varios tipos.

La más drástica es sociopolítica y separa dos bloques: el independentista y el unionista, una Región partida por la mitad.

Hay evidentes diferencias entre el voto rural y el urbano, pueblos y ciudades. Han construido una gran barrera idiomática que convierten en seña identitaria y excluyente. Un telón de fondo psicológico separa lo racional de lo sentimental y, dentro de poco, pasará de la riqueza a la pobreza.

Por si fueran pocas, el  orate por antonomasia sentencia desde Bruselas la separación monarquía-república.

¿Qué diálogo puede establecerse con estas predisposiciones? Y, sobre todo, ¿Nos libraremos  alguna vez de esta pesadilla?

 

 

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