Desde que se empezó a hablar del proyecto genoma me gustaba plantear el tema en clase de Ética y Filosofía, junto con otros propios del ámbito de la bioética. La posibilidad de fabricar niños a la carta empezaba a ser una realidad y abría un entramado de interrogantes. Se oían reflexiones y valoraciones de todo tipo, siendo la conclusión más aceptada que esa manipulación genética sólo sería tolerable con fines terapéuticos.
La verdad es que usada con fines eugenésicos provocaría una profunda desigualdad entre personas por causas socio-económicas que nos iría acercando al “mundo feliz” de Huxley.
Ahora un científico chino ha traído al mundo a unas mellizas modificadas para ser inmunes ante el sida. La polémica está servida.
Entre la manipulación genética y la fabricación robótica ¡vaya un futuro que le espera al homo sapiens!