No es fácil explicar ese afán compulsivo que mostramos por grabar todo lo que ocurre a nuestro alrededor (arriesgando a veces la vida). Otro fenómeno asociado es el del envío masivo que intercambiamos de vídeos y gracietas variadas. Debe guardar relación con la no menos obsesiva necesidad de contemplar en grupo lo que hemos grabado.
Se llega a un punto en que hacemos viajes sólo con la finalidad de registrarlo para difundirlo posteriormente.
Una explicación es la facilidad con la que puede hacerse gracias al omnipresente y omnipotente teléfono móvil. Pero debe haber algo más.
¿Nos vale la explicación superficial o hay que adentrarse en el inconsciente?
Es cierto y es bueno que así sea.Pero ya nos advirtieron los filósofos griegos:»Todo con mesura, nada en exceso»
Es algo adictivo el deseo de compartir con otras personas experiencias