En plena catástrofe del Prestige Rajoy declaró que aquello no tenía importancia, del interior del barco sólo salían unos hilillos de petróleo. Ya se sabe cómo acabaron las costas gallegas lo que tardó en recuperarse la normalidad.
Ahora afirma que en su partido y en su gobierno no ocurre nada, todo está en paz. Pero oímos escarceos verbales entre ministros, abundan los enfrentamientos internos, se producen abandonos proclamados en rueda de prensa (aunque se trate de quienes saben que no van a repetir), celebran actos de autoafirmación para simular unidad, las encuestas los sitúan claramente a la baja… para él deben ser hilillos de crisis.
Moraleja: cuando los hilillos veas brotar, el barco va a naufragar.