Vladimir Putin tal vez no conozca la ética epicúrea pero encarna bien la idea de que quien mantiene la paz interior, el equilibrio, logra la ataraxia (imperturbabilidad).
Está firmemente decidido a cambiar la Historia de Rusia tras la caída de la URSS. Actúa en paralelo con el impresentable Trump queriendo volver a la grandeza (USA great again) y anteponiendo su nación sobre todas las cosas (América first). Putin es menos fanfarrón y no usa twitter. Erosiona Europa con su espionaje y sus ciberataques, debilita al potencial enemigo (cuando lo deseable sería tender puentes y fortalecerse mutuamente), eliminando lo que le estorba.
El pasado Domingo los electores le dijeron que lo perciben como el único capaz de devolverlos a la santa y grande madre Rusia.