Estamos acostumbrados a ensalzar nuestro Sistema sanitario diciendo que es de los mejores del mundo. Ahora, por desgracia, tenemos ocasión de comprobar lo cierto que resulta. No es fácil mantener su carácter universal y gratuito.
Vamos a poder contrastarlo con el modelo norteamericano, el de la primera potencia económica, donde los hospitales privados son excluyentes y los públicos tercermundistas; además, decenas de millones de ciudadanos carecen de cobertura sanitaria. Caerán como chinches.
Por si fuera poco, tenemos el complemento del Ejército aportando personas y recursos.
Ha resultado frustrante que nuestros hospitales no hayan contado con los medios adecuados o les hayan llegado tarde.
Aun así, hay que tener conciencia fiscal, estar convencidos de que es necesario pagar impuestos y mantener un Estado de Bienestar que es la más hermosa expresión de igualdad entre los hombres.