Todo proceso electoral es importante porque en función de sus resultados se configuran unas instituciones, en definitiva el poder, que van a afectar mucho a los ciudadanos.
Posiblemente las del próximo 10-N sean las más relevantes de los últimos tiempos y, desde luego, las más abiertas.
Cada vez es mayor el número de partidos (ya vamos por seis más los variados nacionalismos) y también lo es el número de electores que deciden su voto en el último momento.
La configuración por bloques se consolida. Habrá que ver cual de ellos resulta mayoritario y sobre todo si es posible prescindir de los indeseables separatistas catalanes.
Pondrá a prueba la madurez del Constitucionalismo, los grandes partidos tendrán que ceder y negociar para que se forme gobierno en torno al más votado y rechazando el cáncer independentista.