MI CONSUEGRO
Decía Epicuro que no debemos dejar que el temor a la muerte atenace nuestra vida porque mientras estamos vivos ella no ha venido y cuando llega dejamos de existir.
Pero hoy la ciencia y la tecnología hacen posible que ante determinadas enfermedades nos puedan anunciar el final de nuestra vida y el fatal calendario que nos espera. Y ahí está el problema, en el modo que elegimos para enfrentarnos a ese terrible pronóstico.
Ya tengo edad para haber conocido varios casos y ninguno me ha conmovido tanto como el de mi consuegro y tocayo. En cinco meses ha hecho gala de una entereza, una tranquilidad y una dignidad ciertamente envidiables. Se ha ido despidiendo cariñosamente de sus familiares, de sus amigos que tanto lo apreciaban sin excepción, de sus paseos y del mar al que venía con frecuencia.
Siempre presumiré de consuegro y haré que nuestras nietas en común se sientan orgullosas de su abuelo riojano. Su mujer y sus hijas jamás podrán olvidarlo.
Sit terra tibi levis
Fernando Martínez Serrano 30-10-20