El Partido Socialista, con Antonio Costa a la cabeza, ha vuelto a ganar las elecciones en Portugal. Se dan allí unas circunstancias que propician un análisis detallado y dotan al país de una estabilidad envidiable.
No hay atisbos de nacionalismo ni del populismo tan en boga en otros países. Sin llegar al modelo chino de “un país y dos sistemas”, lo cierto es que la izquierda gobernante respeta una política económica ortodoxa y fomenta la inversión extranjera sabiendo que aporta riqueza, trabajo y bienestar para los portugueses. Flexibilidad y pragmatismo frente a rigidez y dogmatismo.
Desde España consideramos con cierto desdén a nuestro vecino cuando en realidad es un espejo en el que deberíamos mirarnos en cuanto a estructura política y algunos podrían ir aprendiendo.
Encima, tardan poco tiempo en formar gobierno.