Proust anduvo en busca del tiempo perdido. Cafrune compuso y cantó en “Chiquillada” una hermosa evocación de su infancia. García Márquez nos dice en su autobiografía que la vida no es la que uno vivió sino la que uno recuerda.
Y entre nosotros, en la segunda página de La Opinión, José Quiñonero elige palabras ya en desuso y, definiéndolas, reconstruye la época y el contexto en que se utilizaban. Lo hace maravillosamente, con prosa poética y unos toques de nostalgia e ironía (pronto se publicará su “Diccionario” porque estas reflexiones no se pueden perder).
Todos pretenden atrapar la realidad vivida, expresarla con palabras y recuperar el pasado lamentando la irreversibilidad del tiempo.
Frente a esto, la zafia banalidad de quienes pululan por las redes contándonos su presente, sus simplezas.