La sede del Gobierno central se ha convertido en un lugar donde se gestan operaciones turbias, sucias. Y aquí no hay discrepancias, es algo compartido por los dos bloques.
Hay contactos y concesiones a proetarras y separatistas golpistas que no nos dan a conocer; se coloca a títeres al frente del Instituto demoscópico público (CIS) o RTVE; se instrumentaliza la pandemia con fines partidistas; se juega al victimismo frente a inexistentes verdugos; se degradan y prostituyen ministerios, se erosiona al Poder judicial.
La última canallada es el ataque a Felipe González por su comentario irónico sobre el Ejecutivo. Intentan relacionarlo con los GAL (como si no hubiesen existido comisiones y juicios hasta ahora). Ladran dos perros socialistas (yo esperaba al vallisoletano) y Podemos se suma entusiasmado. González es ya una figura histórica y no puede permitirse el lujo de decir todo lo que piensa.
Todo lleno de soberbia. Todo vacío de sensatez.