Es todo tan extraño y está todo tan enloquecido que ya es difícil asombrarse por algo. La última genialidad consiste en dignificar y reforzar la función de “okupa”. Se obligaría al dueño del piso ocupado a fijar un alquiler mínimo y hacer un contrato al ocupante.
Menudo coladero para quienes quieran conseguir un alquiler barato y blindado.
Lo proponen partidos catalanistas integrados en buena medida por una clase media-alta acomodada, por dueños de viviendas. Los verdaderos padres deben ser la CUP y los CDR, activistas antisistema con experiencia se “ocupación”. Obtienen el entusiasta apoyo de Podemos, la vergonzosa abstención del partido socialista y la bendición de la inefable alcaldesa.
Es un atentado contra la Constitución, la convivencia social y el sentido común, pero quienes nos gobiernan pretenden elevarlo a rango de ley.
Se puede hacer una política social seria de vivienda sin necesidad de estas estupideces.