El tripartito de derechas va superando sus contradicciones y tras haber ofrecido un espectáculo lamentable con ribetes ridículos fija su postura: acceder al poder en todos los espacios donde su conjunción de fuerzas lo permita.
El interés se desplaza a la izquierda con sus dos protagonistas, Sánchez e Iglesias, enfrentados por el papel de cada uno en la composición del Gobierno. Ambos se necesitan mutuamente, uno para seguir en el poder y otro para presentar algún triunfo y detener la sangría de votos que padece.
El amo de Podemos, desesperado, usa el manido recurso de consultar a las bases (pobre militancia, siempre al interesado servicio de sus jefes), como hizo con la compra del chalet y con la certeza de que Echenique le prepara una buena consulta telemática.
La verdad es que Laurel y Hardy eran una pareja más divertida.