Es curiosa la obsesiva necesidad de este hombre por sentirse protegido. Compró una gran casa en una parcela vallada, ha hecho reformas y lo ha llenado todo de cámaras de seguridad; lo último ha sido una puerta blindada de seis mil euros.
Por otro lado, además de los escoltas propios de un líder político, exige vigilancia durante las veinticuatro horas: seis guardias civiles en turnos de ocho horas cada pareja. Naturalmente este gobierno le concede todo lo que pide.
Pablo, Pablo, quién te ha visto y quién te ve. De tu modesto piso en Vallecas a tu mansión en la Navata, de tu fobia policial a vivir amparado por ellos. ¡Cuánto cinismo cabe en ese cuerpo menudo!