No resulta fácil entender el comportamiento de Cristina Cifuentes; es todo un reto para la Psicología. Yo soy de la segunda promoción de la Complutense (hace ya mucho tiempo) y no lo entiendo. Será que existen teorías nuevas desconocidas para mí.
Primero fue su actitud ante el famoso máster que le regalaron y ahora su empecinamiento en seguir al frente del partido tras su dimisión como presidenta por el efecto fulminante del vídeo que nos muestra sus deslices cleptómanos.
Ni un ápice de pesar, arrepentimiento o perdón; más orgullosa que Don Rodrigo en la horca.
Está el PP para soportar un baldón de este tipo, un partido que no levanta cabeza y ya no será el más votado. Pero ella quiere seguir ayudando. ¿No es increíble?