El orate presidente catalán tiene que comparecer próximamente ante un tribunal de justicia por desobediencia y es muy probable que, al menos, quede inhabilitado durante un tiempo.
Una vez más le toca al poder judicial ir poniendo las cosas en su sitio. Con este perturbado fuera de la escena política el nacionalismo catalán podría coser heridas e ir recomponiéndose con ERC a la cabeza. De ese modo se consigue tener un interlocutor definido. Y ahora viene lo difícil: la locución, el diálogo.
Sería el momento en que deben demostrar si han aprendido algo en los dos últimos años, sobre todo que no se pueden hacer propuestas que sean directamente inconstitucionales y por tanto imposibles.
Por otro lado, que sigan defendiendo su causa y haciéndola crecer, pero respetando las leyes que a todos nos obligan.