Tratar de analizar lo que ocurre en ese país resulta a estas alturas un esfuerzo inútil y quienes podrían convertirlo en solución no se muestran muy predispuestos.
Si Rusia y EEUU metieran los datos en un ordenador seguramente la respuesta consistiría en “acomodar” a Bachar al Asad y su familia en Moscú, respetar el asentamiento kurdo en el nordeste, forzar reuniones entre los rebeldes y los sirios “normales”, permitir la vuelta de los refugiados y borrar del mapa al Estado Islámico. Importantes ayudas económicas, un período de paz vigilado por Naciones Unidas y elecciones libres cuanto antes.
Se desactivaría uno de los puntos más calientes que existen en la actualidad y el mundo respiraría aliviado.
¿Tan difícil resulta intentarlo?