Por alguna extraña razón hay personas a las que uno no termina de creerse ejerciendo una función pública. Pasa cuando se carece de inteligencia y visión estratégica, sentido de Estado.
Parece claro que la señora May no es la mejor gobernante para resolver el autoprovocado problema del Brexit. Los conservadores añoran a Thatcher y se mueven para desalojarla de Downing Street.
Se observa cierto paralelismo con los líderes secesionistas catalanes. Enredados unos y otra en las consecuencias de un referéndum que nunca debió celebrarse, que sólo ha servido para causar estragos pero mantiene firmes a los convocantes.
Al nacionalismo siempre le resulta fácil engañar al pueblo, manipulan sus sentimientos en beneficio propio y consiguen resultados electorales que les permiten seguir en su perversión.