Ha tenido que ser Bruselas quien venga a corregir el triunfalismo con el que se pronuncian nuestros gobernantes. Se ha presentado un informe en el que hablan de una precariedad preocupante que deja desprotegidos a los trabajadores, tan mala calidad de empleo que se habla ya del “trabajador pobre”; aumenta la desigualdad en el reparto de la riqueza; hay un exceso de cualificación empleados jóvenes con lo que supone de pérdida de talento y despilfarro de recursos empleados en su formación.
En resumen, que dejen de exhibir los aspectos cuantitativos del crecimiento económico y se ocupen de los cualitativos como una mayor estabilidad y una recuperación de poder adquisitivo o suavizar la reforma laboral.
Si salimos de la crisis que lo noten los más desfavorecidos.