30 años desde la caída del Muro de Berlín, 30 años de decepción y sensación de haber sido engañados durante mucho tiempo.
Yo estuve allí al año siguiente y un guía nos explicaba con claridad cómo se vivía en Berlín Oriental. Desde luego el Comunismo no conducía al paraíso, aquello era más bien un infierno. Y eran muchos los que lo sabían, pero nos mantenían engañados.
Es curioso ese empecinamiento en mantener oculto lo negativo, lo impresentable. Parece que había que aferrarse a la idea de que tenía que existir algo que sirviera como contrapunto al Capitalismo, una alternativa deseable que resultara más justa e igualitaria y había que defenderla incluso en el fracaso.
Quienes se consideran herederos de aquel “Corpus ideológico” han modificado mucho sus esquemas para tener encaje en el espectro político actual, aunque subsisten casos de auténtica cerrazón.