A la espera de lo que la ciencia y el tiempo nos deparen sobre la vacuna contra el Covid-19, en la Casa Real han encontrado la suya propia contra el virus antimonárquico que padecemos y que sabemos en qué laboratorios se produce y por que canales se propaga; los errores del padre les sirven como arma para atacar al hijo y a la Institución.
Mientras haya personas cualificadas y cumplidoras en el trono aportarán más estabilidad que la confrontación interpartidista para la Jefatura del Estado. Y ese debate lo vivimos en los procesos electorales legislativos, autonómicos y locales. La esencia de la democracia queda perfectamente a salvo.
Los reyes se han echado literalmente a la calle para consolidar el apoyo social que saben que tienen; ese es su mejor antiviral porque difícilmente los partidos constitucionalistas atacarían a un rey con fuerte respaldo ciudadano. Eso queda para fundamentalistas trasnochados.