Leo en La Opinión: “Justin Bieber reservó el Vaticano pagando 20.000 euros para visitarlo él solo; mientras oía las explicaciones jugaba con un balón”.
Es de esas noticias que suenan a 28 de Diciembre pero la inocentada se produce cuando compruebas que es cierto, que ocurrió exactamente así.
Me pregunto si el Papa Francisco supo esto y lo autorizó porque seguro que este provocador no es santo de su devoción.
Creo que uno de los puntos débiles de la globalización es que perniciosos descerebrados como este ( añádase Miley Cyrus) puedan ser un ejemplo para nuestros niños y adolescentes. Después no deberíamos sorprendernos ante ciertos comportamientos juveniles.