Un gobierno que encubre sus carencias culpando al anterior de todo aquello que no sabe resolver no parece un gobierno serio. Esa transferencia de responsabilidad a quienes te precedieron no es muy digna en política.
Se da por supuesto que denunciaste el problema y prometiste solucionarlo. Si ahora no puedes, es más fácil reconocer y confesar que “no es lo mismo predicar que dar trigo”.
Cuando no lo haces, incurres en serias contradicciones, serpenteas en tu recorrido, confundiendo a propios y extraños.
Lo normal es que cada cual asuma sus responsabilidades, lo repudiable es proyectar sobre otro tus culpas y/o defectos. La honestidad y la sinceridad siempre serán bien consideradas por los electores.