Se consideraba social-liberal; hizo suya la frase de Prieto: “Soy socialista a fuer de liberal”; provenía de la tradición de Izquierda Republicana, del reformismo de la Institución Libre de Enseñanza y su laicismo; luchó por la democracia antes que otros que luego lo criticarían.
Fue un economista ortodoxo en su época de gobierno. Devaluó la peseta, liberalizó horarios y flexibilizó los arrendamientos, expropió la vergüenza de Rumasa, etc ;en definitiva, ayudó a que se sostuviera el primer gobierno de Felipe González y se sentaran las bases de los éxitos posteriores.
Tal vez luego siguió un camino errático pero fue una mente brillante y merece un hueco en la historia reciente de España. Descansará en paz.

Así declaró Pujol ante el parlamento catalán según una corresponsal de la Cuatro (informativo del Sábado, 27), como si lo hubiese hecho al aire libre.
En realidad, lo hizo de un modo agresivo, con ira. La periodista confunde “airado” con “aireado” y no es consciente de ello. En otra ocasión, alguien “intimidó” en vez de “intimar”.
Entre esos gazapos y su prosodia: el modo en que acentúan, hacen pausas, etc, son un ejemplo bastante deficiente para la audiencia- que son millones de personas- y podrían tener más cuidado.
Yendo al fondo del tema, Pujol ya parece el abuelo cascarrabias, un patético bufón al que esperemos que los jueces pongan en su sitio.

Ahora ha sido Reig Plá y su diatriba sobre la retirada del proyecto de Gallardón. La Iglesia siempre será crítica con el aborto pero hay modos adecuados de decirlo y otros que no lo son.
Llamar a un presidente de gobierno desleal e insensato, calificar a los partidos políticos como estructuras de pecado, insultar a feministas y homosexuales no parece que sea tarea propia de un obispo. Ni siquiera respeta la mentalidad del papa actual. Ellos ni dimiten ni son cesados, todo les sale gratis y de ahí su osadía.
Este “gobernó” Murcia, echó un pulso al “cardenal” Mendoza y, naturalmente, perdió, siendo desterrado a Alcalá. Desde allí siembra y propaga su ponzoña.

En Bélgica ha tenido lugar un caso curioso y siniestro: un violador múltiple y asesino de niños que estaba condenado a cadena perpetua ha pedido que lo ejecuten y el Ministerio de Justicia ha accedido. Dice que lo solicita por el sufrimiento insoportable que le producen sus impulsos irrefrenables.
Pero lo insólito es que ahora quince pederastas se suman a esa demanda, quieren que se les aplique la eutanasia y han suscitado un gran debate en el país.
Tal vez no sea políticamente correcto decir el tratamiento que merecen estos individuos subhumanos. Yo creo que si la petición la han hecho en plenitud de sus facultades y sin coacción… debe ser atendida y ojalá incluyera al cerdo de Ciudad Lineal.

Hay frases especialmente significativas a la hora de debatir un tema, de tal manera que si alguien las utiliza compromete seriamente a su oponente. Dos casos muy socorridos y recurrentes: “El derecho a decidir”, no hay demócrata que se atreva a sostener lo contrario; pero, claro, es una simpleza. La cuestión estriba en cuál es el complemento del verbo, en qué se decide y ni podemos decidir si pagamos o no impuestos ni si una Comunidad se desgaja de la unidad nacional.
“El derecho a la vida” que esgrimen los antiabortistas. ¡Como si alguien estuviese en contra de la vida y fuese pro-muerte!.
A partir de estas frases sólo se pueden construir argumentos falaces.

No necesitamos ayuda externa para figurar a la cabeza en déficit público, pobreza infantil, carencias educativas y culturales, etc. Son méritos propios.
Pero a ello se añaden factores externos imprevistos. La crisis internacional de Ucrania provoca el veto ruso a nuestra producción hortofrutícola y deja tocado al sector agrario que ya padece la canallada política de aquel grito de “agua para todos” convertido ahora en vergonzante silencio.
La caída de Gallardón hace que nombren ministro de Justicia al Secretario de Estado que coordinaba la batalla del AVE entre las tres administraciones. Vendrá uno nuevo y se retrasará aún más la desesperantemente lenta llegada de la alta velocidad a la Región.
Lo dicho, mala suerte.

“Una cosa no puede ser ella misma y su contraria a la vez y en el mismo sentido”, es el Principio de no contradicción, según Aristóteles uno de los pilares de la Lógica.
Rajoy retira el proyecto de Gallardón sobre el aborto- y deja caer al ministro- argumentando que no se ha logrado el consenso suficiente y un nuevo gobierno podría cambiar la ley. Pero no aplica ese criterio sobre la ley educativa- LOMCE- que tiene la oposición de todas las fuerzas políticas, como reflejaron en un escrito.
¿No estamos ante una flagrante contradicción?
Casi le queda mejor su actitud pasiva dejando que el tiempo solucione los problemas.

Es difícil reconocer el momento en que dejas de ser lo que estabas siendo, acaba el auge y empieza el declive. Es cuando debes retirarte.
Tres ejemplos paradigmáticos: Artur Mas.- Inmerso en una huida hacia adelante sin precedentes rompe su partido, enfrenta a los catalanes y provoca hasta el límite al gobierno de España.
Casillas.- Ya ha vivido un largo período de triunfos y reconocimiento público. Tal vez ha llegado la hora de buscar la seguridad de los petrodólares y la comodidad de la prensa rosa más que de la deportiva.
Gallardón.- Rajoy ha logrado destrozar su imagen de “verso suelto progresista”; decepciona dentro y fuera de su partido; parece sufrir pero carece de sentido del ridículo.

Parece difícil de creer pero es cierto. De nuevo el alcalde de Burgos toma una decisión que lo enfrenta abiertamente con sus ciudadanos; esta vez se trata de una millonaria remodelación de la plaza de toros.
Parece que estamos ante una obra innecesaria que mantiene la necesidad de cobrar comisiones provenientes del empresario de la construcción que realmente manada en la ciudad.
Los vecinos de Gamonal se movilizan, les gusta ser noticia y sentirse héroes populares. La indignación social crece y en Podemos se frotan las manos.
Este alcalde y el de Valladolid gobiernan con mayoría absoluta. A ver luego de qué nos quejamos.

Decía Maquiavelo que la razón de Estado ha de prevalecer por encima de toda acción política, “el fin justifica los medios”( aunque la frase no sea suya).
Ahora, la participación del secretario general socialista en el programa “Sálvame” ha suscitado polémica sobre su conveniencia o no.
El tono general de esa cadena y el de ese programa en particular causan un daño socio-cultural irreparable. Por dignidad, coherencia y estética un líder político no debería alimentar eso.
Por otro lado, es una de los programas de mayor audiencia (lógico en España) y en democracia se vive del voto popular.
¿Veremos a alguno en Gran Hermano?