Un entrenador de fútbol hizo famosa la frase: “Tú, siempre negativo”. Y eso que no conocía a Pedro Sánchez.
El aclamado líder persiste en su actitud inicial de negarse a todo. No apoya el tratado de libre comercio que han suscrito los socialistas europeos; no quiere ni oír hablar de apoyar el techo de gasto y, mucho menos, de los presupuestos generales; va desmontando todo lo que hizo la comisión gestora. En fin, que lo suyo no es precisamente una oposición constructiva. Aún no conocemos propuestas o posibles pactos para hacer algo positivo.
Él no piensa en aquello que pueda beneficiar a los ciudadanos sino en lo que beneficia o perjudica sus intereses, su personalísima estrategia como secretario general tras las elecciones plebiscitarias.
Se consolida la expresión “violencia de género”, desgraciadamente tan familiar. Hasta hace poco se hablaba de “violencia machista” por pensar que lo de “género” sólo era aplicable a sustantivos y adjetivos. Pero no está mal usarlo porque es un concepto más extenso, se refiere a lo masculino y femenino como roles y clichés culturales.
Se impone la moda de forzar el lenguaje hasta eliminar todo rastro de desigualdad sexista y como cualquier extremismo se puede extremar, llega la consejera valenciana diciendo, entre otras patochadas, que sustituyamos “hijos” por “descendencia”.
Querer ganar la guerra al machismo latente a base de batallitas gramaticales es coger el rábano por las hojas. Una educación (¿para la Ciudadanía?) que acelere el cambio de mentalidad y una armazón legislativa contundente serán más eficaces.
Este partido sigue una trayectoria singular y un poco paradójica. En tres años ha perdido 143 cargos públicos por decepciones, luchas internas, deseos no satisfechos; lo propio de un partido de aluvión que se formó tras unos buenos resultados electorales.
Pero mientras se debilita la estructura se fortalece la dirección, su líder genera pocos rechazos y las encuestas reflejan unos apoyos crecientes.
Se está beneficiando del desgaste del PP por la corrupción y cabe suponer que también lo hará por el absurdo giro de este PSOE que al populismo de su secretario añade el fundamentalismo de su presidenta.
Rivera estará contento: se le “ajusta” el partido y crecen sus expectativas. Ya hay quien lo compara con Macron, el político de moda en Europa.
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