Ahí andan, en paralelo, el Covid-19 y el rojo de Galapagar, virus nocivos que invaden un organismo para ejercer sobre él su perniciosa función, ya sea una persona o un país.
Ahora se permite el lujo de atacar al jefe del Estado siendo vicepresidente del Gobierno, plantea una extemporánea reivindicación de la Republicano que degrada la imagen de lo que sería un republicano cabal y digno, siembra la discordia entre los ministros con sus propuestas demagógicas, es un oportunista y un vago redomado que no prepara sus temas, sólo descalifica y destruye. Ya sueña con el buen “humus” que le va a proporcionar la crisis económica, podrá aglutinar descontentos, así nació y para eso le pagaban.
Ya está bien de aguantarle a este joven rebelde malcriado sus impertinencias y provocaciones. Hay que hablar con él en serio y reprogramarlo. Por el bien de todos.