Se está produciendo un curioso caso de vampirismo en la izquierda española. Una fuerza emergente crece chupando la sangre de otros.
IU ha quedado al borde de la extinción con dos diputados y ya se cuestiona
la supervivencia de las siglas y de su líder Garzón (que cree estar en 1789 y se refiere al rey como “el ciudadano Felipe Borbón”). Pero el vampiro, expectante, busca una pieza mayor.
El PSOE ha obtenido unos malos resultados por varias causas- no ajenas al “modus operandi” de su secretario general- arrecian las críticas y se abre un debate que tiene al partido abierto en canal, magnífico regalo para Drácula que vive de sangre ajena y, como buen marxista, agudiza las contradicciones de sus adversarios.