Tenía todas las condiciones para ser un país próspero, tranquilo y sin embargo desde hace años vive un proceso creciente de decadencia socioeconómica y política. Es asombroso ver cómo la voluntad de un par de desgraciados puede arruinar una nación.
Los venezolanos resisten en la calle pagando un duro tributo de represión, tortura, cárcel y muerte; han demostrado claramente su deseo de cambio, de recuperación de libertades pero tropiezan con un dictador notoriamente discapacitado, corrupto, sanguinario que no está dispuesto a ceder e increíblemente sigue apoyado por el ejército y su policía. Va haciendo méritos para acabar como Gadafi.
Hay que ser muy cínico o estar muy bien pagado para sostener que aquello es una democracia y los malos son los opositores.