Acabada la algarada callejera, las vacaciones, las simulaciones y las amenazas al diferente, se empieza a ver el alcance de la rebelión catalana. Y las consecuencias económicas en primer lugar.
Los bancos no pueden quedar fuera de la cobertura del BCE y saben que irse es más rentable que quedarse; las empresas no pueden perder clientes y se trasladan a zonas tranquilas. La salida de la UE los arruinaría y no podrían pagar su deuda y sus pensiones.
Ni policía ni jueces, el libre mercado con su implacable ley de la oferta y la demanda.
Se merecen lo que les pase por haber encumbrado a personajes como Colau, Rufián o Gabriel, cuando lo podían haber impedido.
La CUP acaricia su sueño de vivir en una comuna autosuficiente y autogestionada. ¡Visca la nova Catalunya!