Se puede cometer falta por defecto y por exceso, tan malo es pasarse como no llegar. Una de las estupideces (hubo cosas peores) del franquismo en la España nacionalcatólica fue su consideración hacia los homosexuales, estigmatizados y convertidos en delincuentes.
Ahora, por aquello del péndulo, los magnificamos, colocamos su bandera junto a las oficiales, los ensalzamos en el mundo del arte y de la educación (creando confusión en los niños), etc.
Yo creo que ni la orientación sexual ni el lugar en que se nace deberían utilizarse como criterios para clasificar a las personas en grupos sociales o políticos.
Ya no les queda ningún derecho por conquistar. Han pasado a engrosar un capítulo en el libro de lo políticamente correcto.
Por si acaso, ¡Viva el 28 de Junio!