EN LA CALLE

 

A todos nos afecta ver el emotivo funeral de un excelente guardia civil asesinado por un delincuente muy agresivo y multirreincidente. El delito era su razón de ser, su modo y medio de vida; su lugar natural es la cárcel pero estaba en la calle y conducía un vehículo robado cuando el agente lo detuvo en un control. Veinticinco veces detenido, veinticinco veces puesto en libertad. También habría mucho que decir sobre los jueces que han intervenido en el proceso.

Ha de ser el Estado, a través de sus instituciones, el que proteja a la sociedad de estos malos bichos.

En EEUU no habría sido retenido y esposado por los compañeros del guardia asesinado, le habrían aplicado aquello de “quien a hierro mata…”

 

 

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