Ir por la vida mostrando un comportamiento agresivo y amenazante con el que se pretende amedrentar a los demás es algo reprobable y negativo.
Si quien actúa así preside el país más poderoso del mundo, el tema pasa a ser preocupante y peligroso porque sus baladronadas pueden tener consecuencias nefastas que ni él, en su simpleza, sabe evaluar.
Desgraciadamente hay muchos casos en los que Trump procede de ese modo y altera el equilibrio internacional.
Castiga a China para ajustar la balanza comercial y frenar su desarrollo tecnológico; juega al ratón y el gato con el dictador norcoreano; desprecia a Europa y propicia su debilitamiento; insulta y hostiga a todo lo latino; intimida a Irán con presencia militar y lo radicaliza en su política nuclear (cuando los demás países creían en su buena voluntad).
Para mayor desconsuelo amenaza con la reelección el próximo año.