Quién nos iba a decir hace cuatro días que padeceríamos “estrés posvacacional” en Septiembre o que en el Colegio nos informarían de que nuestro hijo, el rabico de lagartija que parece tener azogue, padece un trastorno con déficit de atención por hiperactividad (TDA-H).
Para colmo, llegaron los anglicismos, la mayoría injustificados, con su carga de estúpido esnobismo.
La noticia que antes corría como la pólvora ahora se convierte en “trending topic”; no es igual tener un instructor o entrenador que un “coach”, hacer una colecta que realizar un “crowdfunding” o correr que practicar “running”.
Así de finísimos podemos llegar a ser en esta anómica y desnortada sociedad de nuestros amores.
Yo creo que todo empezó cuando hicimos el cambio fonético generacional que convirtió al hijo de “Kir Duglas” en “ Maikel Daglas”.