Para mí el discurso del Jefe del Estado es parte del ritual de Nochebuena. Lo veía con mis padres y ahora lo hago con mis hijos y nietos.
Este año el rey lo tenía particularmente difícil debido a la situación socio-política. La primera autoridad del Estado, y más un rey, tiene que velar por la estabilidad y tranquilidad de su país, aun en los momentos más convulsos.
Eligió la Constitución como el mejor indicador de “todo lo que hemos compartido, de nuestros valores y sentimientos a lo largo de años” (se podría añadir que hasta que surgieron los de Podemos cabalgando sobre los indignados) y habló de “voluntad de entendimiento, integración de diferencias y una diversidad que preserva nuestra unidad” (hasta que explotó el separatismo catalán).
Paradójicamente esos dos focos de discordia van a apuntalar al próximo gobierno. Sin comentarios.