La Sociedad Española de Ornitología alerta sobre la extinción de las golondrinas cuya población ha disminuido un 50% en veinte años.
Antes fueron las laboriosas y fructíferas (nunca mejor dicho) abejas, debido al empleo de abonos inorgánicos y herbicidas peligrosos. Ahora toca el turno a las golondrinas, ese pájaro que siempre gozó de una imagen simpática y atractiva, constructor de prodigiosos nidos, referencia poética para marcar el ritmo de las estaciones y eficaz insecticida no contaminante. Entre las causas está el abandono del campo y, sobre todo, la contaminación del aire, de la tierra y del agua.
Extraña carrera la que hemos emprendido para exterminar especies claramente beneficiosas. Cuando reparemos en las consecuencias de este torpe comportamiento será tarde. Y mientras tanto nos movemos entre la negación y la indiferencia.