Yo creo que a esta altura lamentará haber aceptado formar parte del Ejecutivo por el cupo catalán.
El estado de alarma lleva a centralizar las competencias autonómicas de sanidad y lo convierte en el brazo ejecutor de este bicéfalo e incompetente Gobierno, o sea, que se traga la improvisación, los fallos y el maquillaje de la estadística letal que están mostrando.
Por si fuera poco, ahora se descubre material sanitario defectuoso que ha puesto vidas en peligro comprado con la intervención de algún alto cargo socialista.
Cuando se acaben los tests serológicos habrá que hacer un test de corrupción para ver lo que se esconde tras muchas compras y adjudicaciones. La emergencia favorece el oscurantismo y las prisas.
Él será ajeno, pero es el ministro; el sentido del decoro y la dignidad deberían conducirlo a la dimisión, aunque sería una cobardía hacerlo en estos momentos.