La Unión Europea atraviesa uno de los momentos más delicados de su corta historia. La crisis socioeconómica creada por la Covid-19 obliga a adoptar una serie de medidas que permitan recuperar la normalidad. A grandes males, grandes remedios, y el proceso de reconstrucción, ese nuevo plan Marshall, ha de ser ambicioso y eficaz.
Hasta aquí, coincidencias, a partir de aquí, discrepancias. No hay acuerdo ni en la cuantía ni en el modo de distribuirla: subvenciones o préstamos.
El bloque de los cuatro países mas importantes se enfrenta a un grupo de otros mas pequeños llamados frugales que se muestran cicateros e insolidarios; su apoyo está costando un gran esfuerzo aunque cederán tras algunas concesiones.
Europa necesita una recuperación pronta y efectiva, no están los tiempos para fragmentar sino para amalgamar.
En el futuro el voto debería ser ponderado en los organismos europeos.