Quienes derribaron la puerta de la Bastilla y vieron funcionar la guillotina no supieron que en 1789 se daba por finalizada la Edad Moderna y empezaba la Contemporánea.
Debe ser difícil tener conciencia de que vives acontecimientos que quedarán destacados en el futuro, que llevarán a los historiadores a considerar un cambio de época.
Desde la perspectiva internacional podrías pensarse que la pandemia del Covid-19 y la subsecuente crisis económica fuesen una frontera, marcasen un antes y un después. Pero ninguna catástrofe sanitaria histórica ha jugado ese papel.
En el ámbito nacional también se viven tiempos convulsos y extraños. Una endiablada fragmentación partidista ha propiciado que se forme un gobierno nacional con gente que carece del concepto de “España-Nación” e incluso les resulta especialmente odioso. Atacan la estructura del Estado hasta llegar a la propia Jefatura.
No será fácil salir de este atolladero.
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