Es un juego apasionante, un gran invento. Las cartas te vienen dadas, no las eliges pero las juegas tú (toda una metáfora de nuestra propia vida).Puedes apostar mucho sin tener nada-ir de farol- o retirarte teniendo una buena jugada. El número de cartas que pides depende del ambiente que observas en la partida, de lo que hacen los demás.
A Albert y a Pablo les ha llegado la hora. Aunque su “asalto a los cielos” es otoñal y no primaveral no podrán seguir ocultando sus cartas, tienen que mostrarlas y enseñarnos que hacen con los votos conseguidos, a quién dejan gobernar o a quién se lo impiden. Tomaremos nota.