AL LÍMITE

 

 

La situación de nuestro presidente es ya insostenible. Su conocido afán de autopromoción acabará siendo su perdición.

Él afirma que no ha cometido delitos económicos, que nunca ha “metido la mano” y seguramente es verdad (sólo se habló de algún arreglillo demasiado barato en su vivienda). Pero ciertos modos de estar en la Administración gestionando lo público también son punibles, al margen del ámbito penal. En su curriculum pesan ya mucho los encontronazos judiciales.

No lo considero tan frío y acerado como para no sentirse incómodo, consciente de que su figura- y, por extensión, la de la Comunidad- están seriamente dañadas.

Yo nunca celebraré la caída de un cargo público porque deteriora la imagen de la actividad política y aumenta la desafección ciudadana. Y eso no es bueno.

 

 

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